El txistu es una flauta recta tradicionalmente de madera, con tres agujeros. Debido a esta característica, el músico requiere de una sola mano, usualmente la izquierda, para tocarlo, mientras que la otra mano, normalmente la derecha, se utiliza para tañer el tamboril. El txistulari combina melodía y ritmo, lo que lo convierte en un músico completo. La denominación del intérprete de este instrumento ha variado a lo largo del tiempo; algunos términos utilizados incluyen «tamborilero» o «ttuntunero», aunque desde el siglo XIX su nombre más común ha sido txistulari.
El txistu es el instrumento folklórico más extendido en Euskal Herria, aunque su origen es desconocido. Las primeras referencias escritas datan del siglo XVI, pero su presencia se ha registrado en iconografías más antiguas, como retablos, estatuas y monumentos. Durante el siglo XVIII, se crearon las primeras agrupaciones de txistularis, lo que permitió ampliar el repertorio del instrumento y armonizar las piezas para adaptarlas a diferentes voces. En este mismo siglo, también se creó el silbote, un instrumento de la familia del txistu que se integró en las bandas de txistularis, enriqueciendo los graves de la agrupación. Estas bandas se componían de Txistu 1º, Txistu 2º, Silbote y atabal.
En el siglo XIX, los txistularis comenzaron a tener presencia institucional, siendo contratados por ayuntamientos y diputaciones para participar en actos oficiales. Hoy en día, siguen desempeñando un papel importante en actos institucionales, fiestas y dentro de los grupos de Euskal dantza. No obstante, los txistularis han enfrentado tiempos difíciles a lo largo de su historia. Al igual que otros músicos, han sufrido prohibiciones y castigos por parte de la administración judicial y la iglesia, que consideraban los bailes y fiestas en los que participaban como inmorales. Durante el franquismo, también fueron perseguidos.
Entre 1926 y 1927, un grupo de txistularis de Bilbao, junto con Sandalio Tejada, trabajó para formar la Asociación de Txistularis del País Vasco. Figuras importantes en este proceso fueron Manuel y Joaquín Landaluze, txistularis de Bilbao, Martín Elola de Begoña, Demetrio Garaizabal de Sestao, Luis López de Bergara de Portugalete, Segundo Atxurra de Algorta, y Benito y Daniel Albeniz de Areeta. El 20 de septiembre de 1927, se fundó oficialmente la Asociación de Txistularis del País Vasco en Arrate (Eibar). Entre 1928 y 1936, la asociación realizó una labor importante, publicando los primeros métodos de txistu, como los del padre Hilario Olazaran y Manuel Landaluze, y organizando los primeros grandes conciertos de txistularis, conocidos como alardes.
Entre 1936 y 1952, la asociación estuvo inactiva, pero en 1952 se celebró la primera reunión para retomar su actividad. En este segundo período, Isidro Ansorena y un grupo de txistularis donostiarras, como Lucas Ganuza, Fernando Vidal y Manuel Galdona, tomaron el relevo. En 1955, lograron la relegalización y reactivación de la asociación.